Su nombre era Leah, que vivía en Quebec. Ella era conocida por su habilidad para cocinar manjares deliciosos y tradicionales de la cocina judía. Durante la festividad de pesaj, Leah preparaba una gran variedad de platos especiales para su familia y amigos, todos hechos de manera muy sublime y muy cuidadosamente, cumpliendo todas las pautas con esmero. Una de las delicias que prepararía Leah sería la tarta Tatin de manzana sin gluten, que aunque no es del todo tradicional en un recetario judío, sí que lo era para aquellos judíos de orígenes francófonos. Así que Leah quiso sorprender a su familia con tal tarta adaptada para cumplir con las restricciones alimentarias de pesaj. La masa se hacía sin levadura, y se utilizaba una mezcla de almidones, todo sin gluten y sin rastro de harina de trigo. La tarta Tatin de manzana para pesaj de Leah era una delicia que nadie se quería perder. La manzana caramelizada y la masa crujiente eran una combinación perfecta, y todos los que la probaban no se resistían por dejar ni un trocito.
Mientras preparaba la masa de la tarta, Leah pensaba en la importancia de cocinar con amor y dedicación. Sabía que los ingredientes eran importantes, pero también lo era la intención que se ponía en la elaboración de cada plato. Mientras estiraba la masa y la acomodaba en el molde, imaginaba a sus seres queridos disfrutando de su creación. Después de cocinar las manzanas y colocarlas en el molde, Leah cubrió la tarta con la masa y la metió en el horno especial para pesaj. Mientras esperaba a que se cocinara, imaginó que su familia y amigos saboreaban el postre y sonreían de satisfacción. Cuando la tarta salió del horno, Leah la sacó con cuidado y la dejó enfriar. La tarta estaba perfecta, dorada y crujiente, y el olor a manzana y caramelo llenó la cocina. Leah sonrió satisfecha, sabiendo que había hecho algo especial para sus seres queridos. Durante la cena de pesaj, Leah llevó la tarta Tatin de manzana para compartir con todos los presentes. Leah se sintió feliz al ver a sus seres queridos disfrutando de su creación, y sabía que había hecho un aporte especial a la celebración de Pesaj. Para Leah, la tarta Tatin de manzana kosher le pesaj no solo era un postre delicioso, sino un símbolo de su amor por la cocina y su herencia judía francófona.
Cada vez que preparaba la tarta, se recordaba a sí misma por qué era importante mantener viva la tradición de su cocina y por qué era importante celebrar la festividad de pesaj.