Ya en el negocio de la señora Tamar, la tía Salomé se sentaba a tomar su taza de té acompañada por unos panes dulces rellenos de miel y especias. Luego, después de charlar un poco con la dueña de la herboristería, nos llevaba a casa de ella donde juntos limpiábamos los dátiles y seleccionábamos los mejores.
En la cocina de la tía, hacíamos un pan típico de Israel con los dátiles, que era una tradición en su familia materna. La tía nos contaba historias sobre su infancia en los kibutzim en Israel y cómo la gente de allí valoraba y respetaba la tierra y sus frutos.
El dátil es un fruto simbólico en Israel y se menciona en el salmo 92 como un símbolo representando al hombre justo. Al hornear el pan con dátiles, festejábamos la bendición de la tierra y agradecíamos por la cosecha abundante de la temporada. Después de la cena, nos reuníamos en la terraza bajo las estrellas y escuchábamos música mientras disfrutábamos de un pedazo de pan de dátiles recién horneado y jugo de granadas frescas. Era un momento para relajarnos y disfrutar de la vida simple y buena.
A medida que los años han pasado, la tradición de la cosecha de los dátiles y la elaboración de este pan se transmitió en la familia hasta el día de hoy.